Y el año lo empecé con una lectura que prometía, pero que se
quedó en promesa. No sé ni cómo me crucé con este libro hace unos días, quizás
cuando buscaba cosas sobre Irlanda en Google, y al leer el título y la
sinopsis, lo compré.
Título: El misterioso anillo de Claddagh
Autora: Virgina Sainz-Rasines
Número de páginas: 239
Año de publicación: 2014
Valoración: 4
Sinopsis:
Nueva York (1912): la
joven poetisa Kate Hemstitch planea huir hacia Irlanda y escapar de sus padres,
quienes desde que se enteraron de que su hija mantenía una relación amorosa con
un inmigrante irlandés le han prohibido verlo. Algo sucede y su gran amor se ve
obligado a regresar a su tierra natal. En medio del dolor, la joven escribirá
hermosos poemas, los cuales han sido originalmente escritos por la abuela de la
autora, quien al igual que Kate fue una gran poetisa.
Un siglo más tarde,
una joven periodista llamada Piper –quien padece escribir superficiales
artículos semanales para la prestigiosa revista femenina en la cual trabaja–
encuentra inesperadamente un anillo y misteriosas cartas enviadas desde una
Mansión en Nueva York con el remite de Claddagh, Irlanda. Junto con su amiga
Sophie, comenzarán la búsqueda de un secreto que ha permanecido oculto durante
cien años. Ambas están dispuestas a descubrir quién fue el responsable de la
tragedia familiar de la aristocrática familia neoyorkina. ¿Encontrará la
heroína de esta historia en la búsqueda de la verdad su propia felicidad?
Supongo que me dejé obnubilar por mi pasión por Irlanda,
pero es que una aventura que nos llevara de Nueva York a la isla esmeralda para
revelar un secreto oculto durante décadas en el que había una joven poetisa de
por medio me pareció tentador. Por desgracia, y aunque la trama promete, no va
a ser una de mis lecturas preferidas este año.
Para empezar, y como me ha pasado en numerosos libros
autopublicados, las faltas de ortografía, los errores de puntuación y la
extraña sintaxis me han resultado un poco molestos. Me estoy planteando
seriamente dejar de dar oportunidades a este formato.
Por otra parte, en mi opinión los personajes dejan mucho que
desear. La novela está llena de personajes superficiales con unos diálogos que
te dan ganas de entrar y abofetearlos uno por uno. Piper, la periodista protagonista, pretende ser un contrapunto a tanta superficialidad en su revista y ser una
mujer feminista con valores diferentes, pero la construcción de este personaje,
si bien en principio se ve bienintencionada, en mi humilde parecer falla
estrepitosamente. En numerosas ocasiones me ha parecido caprichosa y cursi, por
no hablar de su mejor amiga, una mentirosa compulsiva con poca profundidad y gran capacidad para meter a Piper en más líos de los que ya tiene. No
creo que haya ningún personaje con un desarrollo psicológico bien trazado o con una personalidad consistente, aunque la intención parece que está ahí.
En cuanto a la trama, como ya he dicho antes, tiene
potencial, y por eso lo leí hasta el final cuando llevo unos meses en los que
he dejado unos cuantos a medias. Con esto vengo a decir que no todo es
negativo, aunque en general no me haya convencido el producto final. La trama,
a caballo entre el pasado y el presente, tiene situaciones totalmente
rocambolescas e inverosímiles. Tengo la impresión de que hay situaciones que
están cogidas por pinzas y resultan poco creíbles.
Pero para mí lo peor ha sido el estilo narrativo. Como
lectora siempre me ha maravillado la capacidad de los escritores de utilizar
descripciones de situaciones o hechos secundarios para añadir color e interés a
la narración. Siempre me he preguntado cómo lo hacían para describir algo
totalmente trivial en el desarrollo de la trama, pero que aportaba tanto a la
lectura general. También me provoca este sentimiento de admiración el uso acertado
de adjetivos. En esta historia ha habido veces que he tenido que leer en
diagonal porque me cargaba en exceso el estilo cursi y afectado de la narrativa
o los diálogos, fuera quien fuera el personaje al que acompañaran o se
refirieran. Hacia el final de la novela ya hasta ponía los ojos en blanco con
según qué frases o adjetivos que me exasperaban.También he de confesar que tengo cero tolerancia hacia la
cursilería. Por ejemplo, cada vez que
alguien dice que un libro es delicioso, el adjetivo en cuestión ya hace que se
me revuelvan las tripas y que los ojos no solo se me pongan en blanco, sino que me den cuatro vueltas de
campana. Así que quizás alguien con más gusto por este tipo de estilo pueda
disfrutar de esta historia, que en un principio podría haberme gustado si
hubiera conseguido conectar con los personajes.
Definitivamente, no ha sido mi estilo de lectura, pero por lo menos las últimas páginas me han vuelto a transportar a Irlanda, lo cual siempre es un placer.
No comments:
Post a Comment